Gertrude Stein: La Visionaria del Modernismo
Queridas lectoras,
Hace 90 años, una de las autoras famosas menos leídas de todos los tiempos se propuso escribir un libro que fuera la excepción. Hasta entonces, su radical estilo de escritura había resultado demasiado desconcertante, hasta impenetrable. Pero, ¿qué tal si escribía sobre su propia vida pretendiendo que la relatora era su pareja, Alice? Eso le permitiría hablar de todo, hasta de su visión personal sobre algunos de los artistas y escritores famosos que había conocido en París, algo que seguramente sería de interés para una amplia audiencia.
El elenco de personajes iba desde Matisse, Picasso y Braque hasta Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald y Ezra Pound, por nombrar unos pocos. Para su vergüenza y deleite, "La autobiografía de Alice B. Toklas" (1933), su libro más convencional, se convirtió en un éxito de ventas. Pero también en un tributo duradero a una era extraordinariamente vibrante y creativa. Y en un testamento de la obra de la mujer que lo escribió: Gertrude Stein.
Gertrude Stein: Pionera y Mecenas
Gertrude Stein fue uno de los personajes más influyentes en la cultura del siglo XX. Nacida en 1874 en Pensilvania, EE.UU., y fallecida en 1946 en Neuilly-sur-Seine, Francia, estuvo en el corazón cultural de París durante más de cuatro décadas, proporcionando un patrocinio vital para artistas como Matisse y Picasso en un momento en que pocos apreciaban su trabajo. Tras la Primera Guerra Mundial, acogió y aconsejó a la legión de escritores británicos y estadounidenses que acudieron en masa a la capital francesa en busca de una libertad de expresión que a menudo se les negaba en sus más puritanos países de origen.
Gertrude llegó a París en 1903 por invitación de su hermano Leo. Gracias a una herencia que Michael, el mayor de los hermanos, administraba astutamente, tenían un pequeño ingreso que les alcanzaba para vivir mejor en Francia que en su Estados Unidos natal. No era la primera vez que seguía los pasos de su hermano. Cuando Leo estudiaba en la Universidad de Harvard, ella se matriculó en Radcliffe College (ahora parte de Harvard), donde fue alumna de William James, el padre de la psicología estadounidense, y se graduó magna cum laude en 1898. James, reconociendo su potencial intelectual y declarándola su "estudiante mujer más brillante", la animó a estudiar medicina. Pero cuatro años más tarde, Gertrude se "aburrió irrevocablemente" de sus estudios y de su vida como dama amarrada a un corsé en un entorno que, a duras penas, soportaba a las mujeres. Se quitó el corsé y escapó a París.
Leo fue el primero de los Stein en comprar una pintura moderna, pero Gertrude pronto comenzó a compartir su interés y a coleccionar el arte que iluminaría el siglo XX. En esa época, las obras maestras modernas eran vendidas por comerciantes que parecían más movidos por la pasión que por las ganancias, como Ambroise Vollard, cuya galería era un "lugar increíble" con lienzos "apilados unos encima de otros", según 'Alice', o Sagot, un ex payaso de circo que vendía Picassos. Los hermanos Stein destinaban cuantos fondos tenían a comprar obras pequeñas de artistas grandes, y cuando Michael les informó que les llegaría un dinero extra, adquirieron dos de Cézanne, Renoir y Gauguin, y poco después "Madame Cézanne con un abanico", en la Galería Vollard. Nunca más podrían volver a gastar tanto y tan rápido en arte. Vollard solía decir con aprobación que los Stein eran sus únicos clientes que coleccionaban pinturas "no porque fueran ricos, sino a pesar de que no lo eran".
En 1905, los hermanos Stein -incluido Michael y su esposa Sarah, que se habían mudado temporalmente a París- compraron la innovadora "Femme au Chapeau" de Matisse en el primer Salon d'Automne, donde artistas demasiado experimentales para el Salón oficial podían exhibir, a menudo incurriendo en el ridículo público y crítico en el proceso. La gente se reía a carcajadas ante la imagen y la arañaba. Gertrude Stein no podía entender por qué; la imagen le parecía perfectamente natural. Era la más notoria de las obras de los artistas más controvertidos de París, conocidos como los fauves, o animales salvajes, después de que un crítico indignado ridiculizara el Salon d'Automne llamándolo "la guarida de los fauves". Cuando los Stein se la llevaron, los artistas y quienes amaban el avant-garde quisieron verla y ellos abrieron las puertas de su residencia.
Para principios de 1906, el estudio de Leo y Gertrude Stein ya tenía muchas pinturas de Picasso, Renoir, Cézanne y Matisse, así como de Henri Manguin, Pierre Bonnard, Honoré Daumier y Henri de Toulouse-Lautrec. Con el mismo entusiasmo, entretanto, Michael y Sarah adquirían una gran cantidad de pinturas de Matisse, a quien siempre apoyaron personal y profesionalmente y cuyo arte popularizaron. Entre 1904 y 1914, sus hogares se convirtieron en un importante epicentro de la cultura parisina, y los hermanos Stein estuvieron entre los conocedores más activos e informados de la vanguardia en la capital francesa.
Como Gertrude había decidido ser escritora, y las constantes visitas interrumpían su tarea, decidió que sólo recibirían a los interesados en la colección los sábados. Pronto, esas recepciones semanales se convirtieron en un rito de iniciación obligatorio para quien deseara comprender el arte y la literatura modernos. Fue en ellas que Matisse conoció a Picasso. Los dos se embarcarían en una de las rivalidades más fructíferas de la historia del arte. A partir de 1906 compitieron para ver cuál podía colocar el lienzo más emblemático en los salones Stein. Matisse era el rey en el de Michael y Sarah en la Rue Madame, mientras que Picasso dominaba en el de Leo y Gertrude en la Rue de Fleurus.
Las elecciones artísticas de Gertrude se hicieron más audaces. No abandonó a Picasso cuando el pintor se adentró en un territorio cada vez más aventurero y muchos de sus patrocinadores se negaron a seguirlo, algo que el artista apreció profundamente. Para ella, Picasso "fue el único en la pintura que vio el siglo XX con sus ojos y vio su realidad y, en consecuencia, su lucha fue aterradora". Uno de los que no concordaba con esa visión era su hermano Leo, a quien tampoco le gustaba lo que Gertrude escribía. La relación se deterioró paulatinamente hasta que, en 1914, él se fue a Florencia, llevándose consigo los Renoir y los Matisse, mientras que Gertrude se quedó con los Cézannes (menos uno) y los Picasso. Nunca volvieron hablarse.
El estallido de las hostilidades entre Gertrude y Leo coincidió con el de la Primera Guerra Mundial. Cuando ésta terminó, Gertrude se centró en los escritores que acudían a su puerta. Aunque pocos habían leído su obra, su prestigio era enorme, y se convirtió en una suerte de profeta. Así como, con sus hermanos, había detectado talento entre los artistas plásticos, lo reconoció en autores como Hemingway, Scott Fitzgerald y Paul Bowles.
A pesar de la controversia, o quizás gracias a ella, "La autobiografía de Alice B. Toklas" sacó a Gertrude de la relativa oscuridad de la literatura de culto a la que la consignaba el estilo idiosincrásico, lúdico, repetitivo, humorístico y, a menudo, impenetrable de las novelas, obras de teatro, cuentos, libretos y poemas que había escrito antes.
Obras que, más tarde, llevaron a que fuera proclamada como la fundadora del modernismo literario. Y que le dieron a la literatura algunas citas memorables, como "Una rosa es una rosa es una rosa" y "Cuando esto tú veas recuérdame".
Gertrude Stein, la reconocida escritora y figura emblemática del movimiento modernista, nos dejó el 27 de julio de 1946, a los 72 años. Su fallecimiento, producto de un cáncer de estómago, marcó el fin de una era en el mundo literario y artístico.
Más allá de su prolífica obra, la vida de Stein estuvo rodeada de excentricidad y un espíritu pionero.
Homenajes póstumos que quizás no conocías:
Un funeral discreto: A pesar de su influencia y reconocimiento, Stein pidió un funeral sencillo y privado, reflejando su carácter humilde y poco convencional.
Alice B. Toklas, su fiel compañera durante más de 40 años, Alice B. Toklas, se encargó de preservar su legado y compartir sus memorias a través de la publicación de "Tres vidas" y "El recuerdo de los perdidos, recordados y olvidados".
Quizás ahora nos haga más sentido la canción "Una rosa es una rosa": Sencillo de la banda española Mecano (1992), inspirado en una frase de Stein.También la recordamos en "Medianoche en París": La película de Woody Allen (2011) presenta a Kathy Bates como Stein.
Me gusta pensar que sin el mecenazgo y la creatividad nata (aunque poco reconocida por la literatura Estadunidense) el periodo que ahora conocemos como la gran Modernidad no sería tal cual sin la genialidad de Gertrude Stein.
Abrazos,
Silvana Gesualdo
Ciudad de México a 27 de julio de 2024